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Doña Vicenta Juaristi Eguino

Por: Crespo, Luis S.
Tipo de material: TextoTextoEditor: La Paz : Imp. Renacimiento, 1925Descripción: 107 p. : il. ; 21 cm.Tema(s): Biografías | Mujeres ilustres | Juaristi de Eguino, Vicenta | BoliviaResumen: María Vicenta de Juaristi Eguino Diez de Medina, conocida más bien como Vicenta Eguino, participó en el movimiento de La Paz de l809, del que salió victorioso el español Goyeneche cuando ocupó la ciudad con 5.000 hombres. Debió huir con su hermano Pedro Eguino y estuvieron prófugos durante un año. Fue casada a los catorce años con el capitán Flores Picón Fernández de Castro, quien murió envenenado por las autoridades españolas (precisamente por un médico) por su clara tendencia revolucionaria. Ella había logrado una posición económica acomodada por lo que decidió participar junto a su hermano Pedro en los preparativos de la Revolución. En lo alto de su casa armó en secreto una fábrica de municiones. A determinadas horas del día concurrían mujeres a cargar silenciosamente los cartuchos. Armó en secreto a sus domésticos y dependientes para atacar el cuartel el día 16 de julio. Al día siguiente de la Revolución ofreció en su casa un refresco a cada soldado y una gratificación pecuniaria.
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María Vicenta de Juaristi Eguino Diez de Medina, conocida más bien como Vicenta Eguino, participó en el movimiento de La Paz de l809, del que salió victorioso el español Goyeneche cuando ocupó la ciudad con 5.000 hombres. Debió huir con su hermano Pedro Eguino y estuvieron prófugos durante un año. Fue casada a los catorce años con el capitán Flores Picón Fernández de Castro, quien murió envenenado por las autoridades españolas (precisamente por un médico) por su clara tendencia revolucionaria. Ella había logrado una posición económica acomodada por lo que decidió participar junto a su hermano Pedro en los preparativos de la Revolución. En lo alto de su casa armó en secreto una fábrica de municiones. A determinadas horas del día concurrían mujeres a cargar silenciosamente los cartuchos. Armó en secreto a sus domésticos y dependientes para atacar el cuartel el día 16 de julio. Al día siguiente de la Revolución ofreció en su casa un refresco a cada soldado y una gratificación pecuniaria.

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