El libro trata sobre Bolívar y la dictadura en América. Esa tendencia hacia las dictaduras, en la América hispana, tanto entre el pueblo como entre los señores, es más que una mera aceptación del hecho; es, en tiempos de disturbios y de inseguridad, un anhelo bien definido, una especie de deseo fatalista y desesperado de ella, como un narcótico para aliviar el espíritu, cansado del insólito esfuerzo de la lucha social. Se puede afirmar que es una enfermedad racial bien definida. Nació en el seno de América latina de su sentimiento de insuficiencia, de su falta de confianza en sí misma, de su confuso e ineducado idealismo. Tiene sus raíces muy hondas en la historia en el peón, en su avasallamiento por los españoles y en el sistema practicado por los criollos terratenientes después de la independencia; en el señor, en los siglos de la dominación española que le dio riqueza y le hizo propietario sin concederle participación en el gobierno, aunque le sugirió al mismo tiempo ideas de autocracia, ofreciéndole el ejemplo de su eficacia como sistema práctico.
Bolívar, más claramente que ningún otro, vio esta debilidad de su pueblo. Escribió y habló constantemente, machacando sobre ella. La deploró, meditó sobre medios educacionales para remediarlo; pero contemporizó con ella y edificó a su alrededor su entera filosofía política. Fue la roca sobre la cual se elevaron ' sus sueños para una gran unión de los Estados sudamericanos; y puede esa debilidad convertirse en el primer factor del derrumbe de la ideología democrática en los países latinoamericanos.
Esa actitud, más que ninguna otra casa, da al presente embate, nazi-fascista contra la democracia en la América latina una posibilidad definida de éxito. Si puede o no ocurrir ello aquí, lo cierto es que puede ocurrir allá y de manera repentina, lo que nos dejaría tambaleándonos en medio de las ruinas de nuestro alabado aislamiento.