Las medallas que integran la muestra numismática sanmartiniana que se inaugura en el acto de hoy, tienen un significado trascendente a los duros metales en que fueron batidas, salidas de troqueles patrios y americanos, cuyos huecos burilados por artífices improvisados en su mayor parte, sellaron en aquellas contemporáneas de la gran gesta, episodios de la vida del Libertador. Otras posteriores, son el recuerdo de los pueblos que recibieron su herencia de libertad y virtudes morales, que en esa secular costumbre, de generación en generación, han ido grabando su agradecimiento inmortal.
Nuestra patria marcha a la cabeza de América en lo que respecta a la producción medallistica y aunque falta la catalogación completa de sus piezas, puede asegurarse que comprende un número de muchos millares, gran parte de las cuales, agrupadas en sus series más importantes, muestran la historia completa del progreso espiritual y material y la devoción del pueblo y de las corporaciones representantivas a los grandes forjadores de la nacionalidad, especialmente a los próceres máximos, civiles o militares; con ellas se honra a los primeros que dieron con su talento el equilibrio social y la base jurídica de las instituciones, que permitieron nuestra incorporación con títulos soberanos a la sociedad de los pueblos civilizados del orbe; los segundos, por el claro sentimiento del deber y de su misión estrictamente marcial, que aseguraron con la espada la supervivencia de un pueblo que con viril altivez, rechazó yugos foráneos y rompió cadenas extrañas y aun las de propios mandatarios, cuando oprimieron su cuerpo y vejaron su dignidad y espíritu de hombres libres, construyendo ambos en armonioso conjunto, una patria de verdad, de altos valores morales, con labor abnegada y silenciosa.